No mire el día, y me encontré con él.
Siempre digo que la gente no cambia, y que las promesas se pierden bajo la lluvia leve que marca el paso del tiempo.
Pero hoy giro mi cabeza y veo que han pasado dos años, parecen siglos y no me reconozco. Creo que aquel avión marco un antes y un después, fue un viaje interno, perdí y gane, gane y volví a perder. Es extraño saber como pueden pasar más cosas en un año, que una vida entera.
Fue la primera vez que ame, que mis labios dijeron te quiero, que mis ojos lloraron mares y que desee desaparecer de verdad. En muchas ocasiones me pregunte en condicional... ¿por que ese lugar, por que ese día, por que.... por que? Mientras lo pensaba me torturaba, como si algo se quemara en mi. Hoy ya, cuando las heridas cicatrizaron y queda solo una pequeña señal, se que gané más que perdí, que no cambiaria nada, por que si no yo, no sería yo. Y aunque me escueza reconocerlo, te lo susurrare al oído, gracias por que tus lecciones de ficción. Aprendí que cuando caes tan bajo, tan bajo, ya no puedes caer más, solo levantarte, y yo lo hice más fuerte que nunca.
Allí me uní a personas que siempre tendrán un lugar en mi corazón y que no necesitan que las nombre por ellas lo saben, y que sin ellas esos meses no hubieran sido lo mismo, y pese que algunos estén lejos, están cerca, muy cerca...
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