Eras mi doctrina, seguía los entresijos de tu cuerpo como si en ello fuera mi propia vida. Nada era casual, solo intenciones primigenias. Sabía todo, sin quererlo.
Piel nueva que a mis dedos era conocida, que mi lengua volvía a saborear como antaño.
Si bien no podría calcularlo, me consume la duda de cuanto durara esta vez.
1 comentario:
Precioso...
Pero la piel nueva nunca es del todo conocida... únicamente debes rascar un poquito más para ver que oculta debajo. :D
Un beso
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